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Vivir para agradar al mundo, causa de la baja autoestima.
Una de las perturbaciones que muchos tienen, en su relación con otros y con la vida misma, es la baja autoestima. Hay quienes sienten que son poca cosa, que no valen nada, que no son suficientemente inteligentes, capaces, buenos, bellos o atractivos. Creen que no merecen o no pueden ser amados por otros, ser felices, tener una buena pareja, un buen empleo o destacarse en la sociedad. Incluso, desde el punto de vista religioso, sienten que Dios no puede amarlos, aceptarlos, aprobarlos y tener un plan especial para su vida.
El problema de baja autoestima es ocasionado por falsos conceptos que tenemos sobre nosotros mismos, por ideas sin fundamentos que nos llegan del exterior a causa de comentarios negativos.
¿Qué importa lo que el mundo diga? Cuando reconocemos a Dios como nuestro creador y sustentador y le obedecemos conforme a su ley, hemos de conducirnos como a Dios le agrada y nos hemos de aceptar a nosotros mismos, porque Dios nos creó y nos formó desde el vientre de nuestra madre.
Dejemos de vivir para agradar al mundo, aunque esto genere críticas, vivamos para agradar a Dios.
Fuiste hecho por Dios y para los propósitos de Dios, y hasta que no entiendas eso, la vida no tendrá sentido.
Pero el Señor le dijo: «No te fijes en su apariencia ni en su elevada estatura, pues yo lo he rechazado. No se trata de lo que el hombre ve; pues el hombre se fija en las apariencias, pero yo me fijo en el corazón.» – 1 Samuel 16:7
«Yo soy Dios, tu creador; yo te formé desde antes que nacieras» – Isaías 44:2
El pensar de sí con cordura requiere una mirada lo más objetiva y consciente posible de quiénes somos, cuáles son nuestras capacidades y limitaciones reales, y nuestras virtudes y defectos reales, y con cuántas bendiciones Dios nos ha llenado la vida, y no los que un guión inconsciente, producido por las experiencias nocivas infantiles, nos dicta.
«El Señor ha hecho todo para sus propósitos» – Proverbios 16:4