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ESTILO DE VIDA

¿Es posible vencer las tentaciones?

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es posible vencer las tentaciones
Las tentaciones causan un efecto pecaminoso en las personas cuando estas van en paralelo a cada debilidad humana, Satanás lo sabe.

 

El apóstol Juan dice en 1 Juan 2:15 que, no debemos amar al mundo ni las cosas que hay en él. Santiago 4:4 lo recalca diciendo que, no hagamos amistad con el mundo, quien ama al mundo, no puede amar a Dios, quien hace amistad con el mundo se hace enemigo de Dios. El amar al mundo y lo que hay en él, nos debilita espiritualmente ante las tentaciones.

 

El problema es que amamos al mundo, y nuestras prioridades muchas veces, siendo sinceros, no son las cosas espirituales. Vivimos bajo la demanda de este mundo, tanto que nos resulta difícil hacer frente a las tentaciones y salir victoriosos.

Cuando Jesús dijo que buscáramos primeramente el reino de Dios y su justicia, nos estaba diciendo que, lo que hay en este mundo no tiene valor en cuestiones espirituales, que no todo es importante para el cristiano, que, al tomar las prioridades del reino del cielo, lo demás, nuestras necesidades, vienen a ser cubiertas con la justicia de Cristo.

Cuando Jesús fue tentado en el desierto, su necesidad de hambre no fue su mayor prioridad, de haberlo sido, tal vez hubiese cedido la propuesta de Satanás. Al no caer ante la tentación, ahora, Satanás ofrece bienes materiales a cambio de adoración. En dos tentaciones Satanás utilizó sus propios argumentos, y solo en una, un texto tergiversado de las escrituras, Jesús respondió las tres ocasiones con un escrito está.

¿Qué nos enseña esto? Que NUNCA podremos vencer la tentación con nuestros propios argumentos, que solamente, por medio de las escrituras, oración y con la ayuda de Dios, con un escrito está podremos vencer la tentación. La condición, que no busquemos las cosas de este mundo, sino las de arriba, en el cielo.

Mateo 26:41 dice que, debemos estar en alerta y en oración para no caer en tentación.

“Cuando nos asalten las tentaciones y las pruebas, acudamos a Dios para luchar con él en oración. No dejará que volvamos vacíos, sino que nos dará fortaleza y gracia para vencer y quebrantar el poderío del enemigo” (PE 46).

Jesús venció las tentaciones, porque no estaba interesado en las cosas ni los reinos de este mundo, y muchas veces hizo mención de que su reino no era de este mundo.

“Satanás nunca podrá causar daño eterno al que Cristo haya preparado para la tentación mediante su intercesión, porque en Cristo hay gracia para cada alma, y se ha provisto en él un camino de escape, de manera que nadie necesita caer bajo el poder del enemigo” (AFC 288).

Que nuestra vista se mantenga en las cosas celestiales, cuando dejemos de interesarnos en lo terrenal, no habrá cosa alguna que nos lleve a ceder al pecado.

Respondiendo a la pregunta del título, ¿Es posible vencer a las tentaciones? La respuesta es sí, si es posible vencerlas.

Antes de que Cristo venga, cuando el fin del tiempo de gracia termine, habrá un remanente que habrá dejado de ceder al pecado, de tal manera que, cuando Cristo deje de interceder en el Lugar Santísimo, habrá un grupo de personas Santas que vivirán conforme a la voluntad y carácter de Cristo, habiendo creado esa enemistad al pecado de Genesis 3:15.

Cuando Jesús se levante en el lugar santísimo y ponga a un lado sus vestiduras de mediador y se revista con las vestiduras de venganza en lugar del atavío sacerdotal, habrá terminado la obra en favor de los pecadores. Habrá llegado entonces el momento en que se dará la orden: “El que es injusto, sea injusto todavía…  y el que es justo, sea todavía justificado: y el santo sea santificado todavía. Y he aquí, yo vengo presto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según fuere su obra.” Apocalipsis 22:11, 12.

Dios te bendiga apreciado amigo, sigamos firmes y adelante. Continuemos en oración y ruego para estar firmes ante las pruebas, que conforme se acerque el fin de este mundo, serán cada vez mas fuertes.


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ESTILO DE VIDA

No reprimas ni descargues tu enojo: comunícalo.

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No reprimas ni descargues tu enojo: comunícalo.
«Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo». Efesios 4:26.

Nuestro texto de reflexión para hoy no es una invitación a ser enojadizos sino una aceptación de que existe el fenómeno de la ira, aun en un cristiano, y que es legítimo estar enojados cuando ciertas situaciones lo ameritan.

Es decir, puedes y es legítimo que des a conocer lo que te hace sentir mal y te enoja, pero no debes permitir que eso te lleve a cometer malas acciones contra quienes te rodean, ni a albergar resentimientos. Debes poder, si quieres ser feliz, afirmar tu relación con la persona que causó tu enojo “antes de que se ponga el sol”. Por el contrario, cuando reprimes tu enojo, se empieza a gestar en tu interior el resentimiento, el rencor.

Por eso, en las relaciones humanas, y especialmente en las familiares y, dentro de ellas, particularmente las de pareja, es importantísimo no “guardarse” las cosas; es vital la comunicación, no solo de lo que pensamos sino especialmente de lo que sentimos. Es muy importante que expresemos lo que nos disgusta de los actos o las actitudes de quienes se relacionan con nosotros, en un clima de respeto, sin agresión, pero con claridad, porque de lo contrario nuestro “depósito” de enojo irá creciendo cada vez más hasta que ya no podremos controlar nuestras reacciones, y terminaremos estallando de una manera destructiva.

No obstante, es importante que centremos nuestro foco no en la persona sino en el problema, en aquello de su conducta que nos hace daño o nos disgusta, en vez de lanzarle acusaciones descalificatorias.

Por otra parte, es bueno que revises por qué algunas cosas te provocan ira. ¿Es siempre por motivos justos, por injusticias u ofensas reales y graves? ¿O es que tienes un amor propio demasiado grande y sientes como amenaza cualquier observación que se haga a tu conducta o a tu persona? ¿O es que eres demasiado perfeccionista contigo mismo y con los demás, y por lo tanto eres demasiado exigente con ellos y no puedes tolerar ninguna falla en su conducta? Debes aprender a ser tolerante con los errores ajenos. “Vive y deja vivir”.


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ESTILO DE VIDA

Reconcíliate con tu prójimo y después lleva tu ofrenda al altar.

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“Por eso, si llevas al altar del templo una ofrenda para Dios, y allí te acuerdas de que alguien está enojado contigo, deja la ofrenda delante del altar, ve de inmediato a reconciliarte con esa persona, y después de eso regresa a presentar tu ofrenda a Dios”. – Mateo 5: 23-24 TLA

Una de las cualidades que, como seres humanos tenemos, es nuestro carácter, ese conjunto de rasgos que nos hace diferente a los demás, y que en gran medida lo heredamos de nuestros padres o algún familiar por medio de los genes.

En nuestro carácter llevamos el orgullo, la soberbia, la ira, la vanidad, etc. Cualidades negativas, y también llevamos la humildad, templanza, bondad, misericordia, etc., cualidades positivas, muchas veces predominan unas más que otras. El ideal sería mostrar siempre cualidades positivas.

La postura que como seres humanos adoptamos es, quien ofendió, es quien debe arreglar las cosas. Para Dios, este asunto no funciona de esta manera. De acuerdo a la cita de hoy, si una persona llega al altar, llevando su ofrenda, pero sabe que alguien le ofendió en algo, debe dejar su ofrenda de un lado para ir a reconciliarse con esa persona, esto es humildad.

Es difícil doblegar el orgullo para ir a reconciliarse con el ofensor, se requiere mucha humildad para dar este paso, que, para muchos resulta difícil, incluso algunos cristianos.

“Pero los que por cualquier supuesta provocación se sienten libres para ceder a la ira o al resentimiento, están abriendo el corazón a Satanás. La amargura y animosidad deben ser desterradas del alma si queremos estar en armonía con el cielo”.El Deseado de Todas las Gentes, 277 (1898).

Quitemos de nuestro ser todo aquello que nos impida crecer espiritualmente, aquello que no honra a Dios.  El apóstol Pedro menciona que debemos humillarnos bajo la poderosa mano de Dios (1 Pedro 5:6), que seamos compasivos unos con otros, ser amigables, que todos seamos de un mismo sentir (1 Pedro 3: 8).

Querido amigo, querida amiga, sabemos de antemano que resulta difícil dar el primer paso cuando sabemos que somos los ofendidos, ya sea que, nuestro ofensor sea un vecino, un compañero de trabajo, un amigo, o incluso, un hermano de la iglesia, al buscar la reconciliación en la ofensa, damos testimonio de quién somos realmente y el ejemplo que seguimos (Juan 13: 15-17), que estamos obedeciendo al mandado divino para poder acercarnos al altar y que nuestra ofrenda sea aceptada.

Con todo esto, nos ponemos a cuentas con Dios, primeramente, con nuestra conciencia y con nuestro prójimo, cuenta que se nos pedirá, (Romanos 14: 12).

El Señor te bendiga.


 

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