DESTACADA
Confía a Dios todas tus preocupaciones.
Confía al SEÑOR todas tus preocupaciones, porque él cuidará de ti; él nunca permitirá que el justo quede derribado para siempre… —Salmo 55:22 (PDT)
¿Quién no ha pasado por una situación que lo ha hecho sentir preocupado? Recuerdo cuando mi segundo hijo iba a nacer, mi esposa se sentía muy preocupada y agobiada, teníamos que tomar una decisión difícil, de dónde nacería nuestro hijo, mucho tenía que ver la parte económica.
Después de un tiempo, y de mucho pedirle a Dios en oración, el panorama se fue haciendo más claro y pudimos tomar una decisión.
Las preocupaciones son como esas lluvias que nublan el día de manera repentina, que oscurece la luz del sol y puede llegar a caer en gran cantidad, pero no es permanente, después de algunas horas la lluvia cesa, y si, puede causar desastres, pero todo pasa en cuestión de horas, o incluso días.
Así son las preocupaciones, llegan, pero no son permanentes. El versículo de hoy nos dice que confiemos a Dios todas nuestras preocupaciones, y lea bien querido lector, porque la palabra de Dios dice TODAS, Él se encargará de ellas porque no dejará al “justo” derribado.
Si aun no nos queda claro que tanto podemos confiar nuestras preocupaciones a nuestro Dios, 1 Pedro 5:7 dice:
“Echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros”.
En cierta ocasión Jesús invitó a sus discípulos a un lugar llamado Getsemaní, los dejó en un momento y el se fue más adelante a orar, Mateo 26:37 y 38 nos dice que estando en ese lugar comenzó a entristecerse y angustiarse en gran manera; mi alma está muy triste, hasta la muerte, fue su expresión.
Jesús entiende nuestras tristezas y preocupaciones, el siente esa empatía por ti y por mí, porque él mismo pasó por la angustia y la preocupación, todo lo que tenemos que hacer es ir al Dios en oración y pedirle en nombre de Jesús que nos ayude a pasar el trago amargo, que aligere nuestras cargas y pesares para poder salir adelante, nada es para siempre, ni siquiera la muerte, si creemos en Dios y sus maravillosas promesas.
Los momentos tristes van y vienen. Lo que determina el resultado es la manera en que los afrontas.